Ficciones
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Eliges dormir en la clase que empezará en unos segundos, Ética, dado que sabes que la maestra no se enojará tanto si te ve dormido y, además, temes no poder aguantar hasta la clase que sigue. Siendo así, te recuestas en tu asiento y esperas no ser descubierto aunque sabes que la maestra estará paseándose por entre las butacas.

Caes inmediatamente en un sueño profundo, que desafortunadamente no dura para siempre, sino que es interrumpido apenas quince minutos después cuando sientes que una especie de palo delgado te pica en el hombro. Abres los ojos. La maestra de Ética está frente a tí, con aparente cara de preocupación. Su largo dedo, extendido, hacía apenas unos instantes había estado molestándote y era lo que había hecho que te despertaras.

- ¿Te sientes bien? - Te pregunta la maestra.

Piensas la respuesta un segundo. Resuelves decirle que te sientes mal, ya que así te dará permiso de salir de clase.

- Me siento un poco mal - Le contestas. - Ve a Enfermería si quieres - Te dice.

Siguiendo sus órdenes, abandonas el salón, pero no tienes muchas intenciones de ir a Enfermería dado que en realidad no estás enfermo, simplemente tienes sueño. Podrías irte a dormir al rincón donde están los bebederos, un lugar al que nunca nadie va y donde no te molestarán, o fingir que sí estás enfermo para que te dejen irte a tu casa y así poder dormir a gusto sin tener que aguantar las clases que siguen aún. Así que... ¿qué decides?

  • Intentaré dormir en el rincón de los bebederos.
  • Iré a Enfermería a poner a prueba mis dotes de actuación.
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